miércoles, 21 de febrero de 2007

El vínculo humano

No soy un hombre que crea en "los misterios de la vida" ni mucho menos. No creo en las instituciones humanas, no creo en la paz, no creo en la espiritualidad y no creo en que exista una "razón divina" para vivir. No creo ni siquiera en "ver para creer". No existe realidad que no este contaminada por nuestra propia noción ambigua de realidad. A pesar de todo ello, hay algo en lo que creo. Creo en el vínculo humano.

Somos carne pero no por ser carne existimos. Se dice que lo único que tenemos seguro en la vida es la muerte. Claro, depende de a que le llamemos vida el poder definir la muerte. Puedo asegurar que tarde o temprano nosotros como seres de carne nos convertiremos en una descomposición de partículas en el espacio pero, para mi, la existencia va mas allá de la materia y por lo tanto, la muerte también. La noción de conciencia es lo que nos hace ser no solo seres materiales, sino seres humanos.

Permitanme definir a mi juicio lo que significa la existencia humana. Recuerdo que cuando murio mi abuelo, padre me dijo a mi antes que a mi hermana. Lo puso en terminos bastante sólidos. "Tu abuelo dejó de existir" y, aún a costa del pesar, no pude dejar de pensar...¿existir? ¿Cómo?. La materia que lo componía se encontraba ahí, solo que había colapsado su funcionamiento...¿A que le llamaban existir? A la conciencia. El cuerpo de mi abuelo era la misma materia, pero su existencia era definida como su mente conciente, la que le daba personalidad, sentimientos y motivos para ser. En pocas palabras, mi abuelo era conciencia y sobre esa conciencia residía su mente.

¿Qué papel juega la vida en la existencia? El traer la muerte. La única forma de ser, es teniendo muerte. No hay de otra. La inmortalidad es imposible para la existencia, bajo ningún ámbito, bajo ninguna condición. Si la tecnología alcanzara en algún momento la capacidad de conservar nuestro cuerpo mas allá de los límites de la carne y nos permitiera alcanzar un estado donde jamás dejará nuestra mente de funcionar, entonces entraríamos a un proceso de muerte que finalmente nos privaría de la conciencia. Al acabar con la muerte, acabamos con nuestras razones para vivir, con nuestras razones para pensar y existir. Quedamos sumidos en un vacio donde, teóricamente, podríamos pensar por siempre pero al saber que ello es posible tarde o temprano nos traería la inconciencia y dejaríamos de existir a pesar de que nuestro cuerpo siguiera funcionando. Lo mismo pasaría si la religión nos otorgara el camino a la "vida eterna"...tarde o temprano esa vida eterna nos robaría nuestra conciencia, nuestra capacidad de pensar y ser.

Ahora, en muchas religiones es normal hablar de "sufre y encontraras la iluminación". Es cierto. El sufrimiento activa nuestra conciencia (que nos otorga una definición para "la realidad de nuestro sufrimiento") y por lo tanto activa que pensemos, hablemos y actuemos...sin embargo el sufrimiento no es la existencia, es solo un gatillo que nos permite ser concientes de que existimos. En la filosofía budista, Gautama Siddharta comienza a buscar su camino cuando encuentra el sufrimiento y a partir de ese momento se dedica a pensar formas de eliminarlo. Este es el ejemplo mas claro. El budismo permite liberar al ser humano del sufrimiento haciendolo, en primera instancia, conciente de que existe y, en segundo lugar, eliminando el ego, el individuo, la máxima representación de la conciencia. Ergo, el individuo es sufrimiento y viceversa. Y ¿de donde proviene ese sufrimiento? De la misma conciencia de la muerte. La conciencia genera al sufrimiento, es decir al individuo, y por lo tanto permite el pensamiento. Pagamos con dolor nuestra capacidad de existir. Cuando disfrutamos, no disfrutamos para ser felices, disfrutamos para conocer el contraste de sufrir y por lo tanto, pensar. Es todo parte del mismo paquete.

Aquí es donde entra, finalmente, el vínculo humano. Esa capacidad de sufrir, y por lo tanto pensar, es lo que nos vincula como humanidad. El vínculo humano que nos permite amar. Por eso, la empatía debe ser tan importante en una sociedad utópica y equilibrada. No estamos unidos por la voluntad divina, o por una energía cósmica que nos rige, o por un extraño poder extrasensorial que nos permite leer las mentes. Estamos unidos por nuestra capacidad de sufrir, de sentir el sufrimiento ajeno, de causar sufrimiento y de morir. Esa es la verdadera unión bajo la carne, la conciencia de que estamos aquí sufriendo y de que debemos luchar y pensar para ser merecedores de la vida, de la existencia, luchar para convertirnos en algo que nos permita escapar del sufrimiento, en pocas palabras, nos permite existir y ser libres.

La verdadera naturaleza humana, es aquella que tiende a cometer errores, aquella que hace que el individuo sufra, que hace que sienta dolor. ¿Para qué? ¡Para pensar! ¡Para poder avanzar! Esa es la importancia de la muerte en nuestro pensamiento, esa es la importancia de no creer en un dios que resolverá todo en una próxima vida...si se cree en esto, el sufrimiento será en vano. Eso es negarse a pensar y, como todos imaginamos, negarse a pensar es negarse a existir y a ser libres.

Ahora, no podemos escapar del sufrimiento para vivir una vida plena. La única forma de vivir una vida plena es evitando caer en la tentación de no pensar, la verdadera enemiga, evitando caer en el error de no querer sentir el dolor y entregandonos a la ignorancia. Incluso el hedonismo, en cierta forma, es sufrimiento, y cuando es puro, es abandono. Pensar en que cualquier dia de estos finalizará nuestra vida, es sufrir, y vivir al día basandonos en esta premisa, es existir. Estar dispuesto a existir y a sentir el vínculo humano, a sentir el sufrimiento ajeno, es amar. Entonces, el amor verdadero existe. Piensalo.

No hay comentarios.: