lunes, 16 de junio de 2008

Adagio

A continuación presento el borrador de un discurso que comencé a escribir el mes pasado (y terminé esta semana) con motivo de mi egreso. Nunca tuve intención de expresarlo frente a nadie pero decidí hoy compartirlo ya que, aunque es algo redundante con lo que he venido diciendo, muestra el panorama global de lo que fue para mi la escuela. Eso si, es algo corto. Dicho esto, aquí va:

Unas palabras antes de irme

El mundo nos tiene sometidos. Estamos a merced del cambio. No hay forma de detener el paso del tiempo. Recuerdo que cuando entré a la escuela, no podía creer que hubiera llegado tan lejos. En ese primer día, estando yo sentado entre un monton de extraños mientras escuchaba una clase que no entendía, me preguntaba si había hecho lo correcto. "¿En que me habré metido?", era una pregunta recurrente en mi cabeza. ¡Y es que todo era tan diferente! El bachillerato de pronto me parecía tan lejano, que no podía creer que ya lo hubiera cursado. Todo se había vuelto sumamente complejo.

Lo primero que conocí al entrar, muy aparte de los trámites casi infinitos, fue a los profesores. Como en toda escuela, todos ya tenían una marca que habían ido dejando a su paso de acuerdo a su experiencia y trabajo. Algunos eran considerados "barcos" y otros "intensos". Otros más solo "presumidos". Lo impresionante era que, por primera vez, conocía profesores que se habían ganado el derecho de presumir y ser duros. Ya no eran los mediocres que daban clases en una preparatoria por costumbre o por aburrimiento, descarto la codicia. Aquí existían verdaderos apasionados de su área que contaban con experiencia y trabajo en la materia que impartían. Por supuesto no estoy diciendo que todos y en todas las circunstancias, ni que no existan los que están ahí por simple comodidad, pero si lo ví mucho. Tampoco estoy diciendo que eso les garantizara el respeto de los estudiantes o de los otros profesores porque, por más doctores o maestros en ciencias que fueran, habitualmente les escuché apodos como "el albañil", "el apestoso", "el homosexual", "esa cosa" y eso sin contar todas las referencias a personajes de comics, dibujos animados y de la vida diaria (incluyendo animales).

Sobre el trabajo, que puedo decir. Siempre estuve cargado de proyectos pendientes. Muchos de los proyectos eran interesantes, pero tambien existían los trabajos monótonos que parecían no tener fin. Nunca nadie conoce lo que significa la presión de una fecha de entrega sino hasta que se tienen que entregar seis trabajos en dos dias, estudiar para los examenes de las materias en las que no pusiste atención porque era más fácil quedarse dormido y, aparte, tener tiempo para perderlo en la red, ya sea navegando en YouTube, usando el mensajero o checando el correo electrónico. Había semanas donde dormir era cosa del pasado, de tiempos mejores. Aprendí a reconocer los maullidos de los gatos en todas esas noches en vela que a veces ni servian para nada. Como guardo con rencor esas ocasiones en las que no dormía por hacer un trabajo y el profesor no se aparecía despues para revisarlo, o no le importaba y nunca lo revisaba o te decía "está mal" o una de sus variantes: "yo no pedí eso". Tantas trabas ponian a veces que uno quería, ya como fuera, sacudirse el problema. Se llegaba a un punto donde no te importaba lo que te pidieran, el caso es que fuera rápido para no volver a verle la cara en todo el año al profesor. En ocasiones ya solo esperabas un "pasas" o "no pasas", independientemente del numero que vieras despues en la boleta. El caso era no estancarse. Uno debía seguir adelante al costo que fuera, porque al final del tunel existía ese punto donde uno finalmente sentía el alivio de haber superado los obstaculos y podría decir: "por fin, he terminado".

Sobre mis queridos compañeros, la comunidad, que puedo decir. No conviví con tantos, sinceramente. De los que conozco, la mayoría son en general personas con objetivos muy específicos. Algunos salen de aquí directo a una vida de "fortuna", trabajando en una empresa gigantesca en un puesto sobrevaluado. Algunos otros se van al posgrado, dice un amigo que para regresar a ser maestros de ESCOM. Finalmente están los que no tienen opciones por cuestiones personales y los que no calcularon los riesgos de estudiar ingeniería en sistemas, los que van a tomar lo primero que les caiga sin importar el cartoncito que dice "ingeniero". Los primeros son apreciables a simple vista. Son esos que metían solo maestros fáciles porque creían en la superioridad de alguien con altas calificaciones. En la escuela el promedio es lo que el dinero es al capitalismo. Mientras más tienes más te lo reconocen, pero es muy probable que lo hayas obtenido con prácticas cuestionables o poco éticas. Los que quieren el posgrado, son la bola de cerdos orgullosos que no quieren que se les vea por la calle siendo "solo" ingenieros y pueden darse el lujo de no trabajar por más tiempo. Bueno, entre esos tambien hay unos cuantos apasionados de las computadoras. Los últimos, pues pueden ser cualquiera de nosotros. Como dicen, la vida cambia en un instante y nunca sabemos cuando vamos a estar en problemas.

Al final, haciendo un balance de todo el conocimiento, las personas y el trabajo, ¿qué obtenemos? Aparte de tolerancia al sueño, ideales. Independientemente de las perspectivas tan oscuras que nos traen continuamente estos tiempos, en voz de alguien distinto cada vez, el tener ahora este papel donde se suman los esfuerzos de cuatro años lo hace a uno sentir que se puede llegar más lejos. Vamos, despues de haber pasado por tantos problemas, de haber conocido y superado tantas pruebas para finalmente medio salir y sentirse medianamente orgulloso de haber terminado, ¿te puedes rendir al primer tropiezo? Claro que no, porque aunque la vida para los humanos sigue siendo modelable por esos dos mencionados estados, triunfo y fracaso, el caso es que siempre se puede seguir adelante. Mientras estemos vivos habrá un camino. Se tiene que avanzar sin importar que el trabajo sea agotador...el caso es superar el reto. Uno realmente triunfa al no rendirse y fracasa al perder sus sueños.

Al parecer, así termina otra era. Durante este tiempo conocí retos inesperados. Hice cosas de las que, en otros años, no me hubiera considerado capaz. Hoy, despues de tantas noches sin dormir, de tantas pruebas, de todos esos días de trabajo interminable y de las frustraciones que acarreaban...despues de haber recorrido este sendero tan arduo, no puedo evitar expresar con cierto alivio (como es costumbre): "por fin, he terminado". Pero es mas nostalgia que alivio lo que siento hoy al pronunciar estas palabras porque, a mi juicio, aquí terminan unos de los mejores años de mi vida. Parafraseando a Julio César: "Veni, vidi, vinci"...vine, vi y vencí.

FIN

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