Hola, aquí estoy de nuevo. De verdad que no me da tiempo de escribir a veces. De pronto hay tantas cosas en mi cabeza sobre las cuales escribir que me siento frustrado al no tener tiempo para postearlas. Al final siempre termino intentando resumir todo en un solo mega-post que nunca queda como yo quiero, pero bueno...
Hoy quiero hablar de nuestro viaje a la Rotonda de los Hombres Ilustres, en el panteón de Dolores. El jueves pasado, tenía que ir al dentista a las cuatro y pues salimos a las 12 de la escuela, por lo cual le planteé a la banda la opción de visitar el panteón (para hacer tiempo). Como no hubo mayor problema en convencerlos, pues decidimos ir pero, como siempre, los problemas no se hicieron esperar.
En primer lugar, la estupidez de siempre. No traiamos cámara fotográfica. Un amigo me hubiera prestado la suya...si se la hubiera pedido antes del jueves. Ni modo, nos lanzamos sin cámara.
Para llegar temprano nos salimos de la última clase, al fin el profe nomas estaba dando calificaciones. Llegamos al metro Chapultepec bastante temprano. Aquí, la segunda estupidez. Tengo que asumir la culpa, porque la verdad yo fuí el terco. Me habían dicho, claramente, que para llegar al panteón de Dolores teniamos que tomar una micro que nos llevara por Av. Constituyentes y que teniamos que bajarnos en el semáforo despues del museo del niño. Vimos el mapa dentro del metro y les dije "pues no se ve el papalote cerca, pero miren, aquí esta el metro Constituyentes, vamos en metro para no gastar de mas." Asi fue como decidimos trasbordamos en Tacubaya y, por fin, salimos en Constrituyentes como a eso de las 11:45. Ahí se perdió el rastro. No sabiamos nada, solo sabiamos que la Av. Constituyentes pasaba frente al metro, entonces la recorrimos siguiendo nuestra lógica. Como no sabía hacia donde estaba el museo del niño, le pregunté a uno de mis amigos (el Sesshomaru que aquí no ha publicado NADA) "¿Dónde está el papalote?" y el dijo "En la segunda sección del bosque de Chapultepec". Su respuesta nos llevo hacia el bosque de Chapultepec, pasando la casa oficial de Los Pinos, justo en dirección contraria de donde debiamos ir.
Llegamos a la entrada de Los Pinos en el bosque de Chapultepec. Había un mapa en ese entrada. Otro error, temerle a los policias. Ya desde afuera del metro había una alta concentración de granaderos (ese dia hubo muchas marchas, pero nosotros no sabiamos), por lo que no nos daba mucha confianza estar por ahí. Vimos el mapa de la entrada y ni rastro del estupido museo del papalote. Hell Wish dice "pues preguntale a los policias" y yo dije "podemos llegar solos, vamos mas adentro del bosque para ver si encontramos un mapa mas completo". En primer lugar, eso no tenía lógica. Estaba seguro que todos los mapas del bosque eran iguales. Aún así, ahí vamos, mas adentro.
Ya dentro del bosque, llegamos a una calzada donde había muchos letreros. Bueno, la seguimos. Estaba todo solo, nomás pasaban los infantes de marina y policias que estaban rodeando Los Pinos. Uno se sentía observado hasta por las ardillas. También pasaba a cada rato un trenecito lleno de personas que se nos quedaban viendo como si fueramos parte de los animales del zoológico. Caminamos por la calzada hasta llegar a un cruce de caminos donde había un señor diciendo "todos a la derecha y por el primer pasillo a la izquierda, el camino está cerrado para allá". Le pregunté a ese señor "¿La Rotonda de los Hombres Ilustres?" y me contesta "a la derecha y en el primer pasillo a la izquierda". No se si lo dijo solo para sacarse la espina y que nos fueramos, pero el caso es que lo obedecimos. Llegamos a otro cruce enfrente del zoológico. Le pregunto a un mono (bueno, persona) que vendía agua y cosas inutiles y me contesta "no pues aquí derecho". Pues vamos ahí derecho y llegamos a un monumento en marmol que se llama "Altar a la Patria". En ese momento caí en cuenta. Formulé mal las preguntas. Estaban confundiendo la Rotonda de los Hombres Ilustres con el Altar a la Patria. La pregunta correcta era "¿Dónde está el panteón de Dolores?". Llegamos al siguiente mapa de la siguiente entrada y resulta que estabamos en la entrada del castillo, ¡la que sale al metro Chapultepec! ¡Habíamos caminado del metro Constituyentes al metro Chapultepec!
Despues de maldecir un rato y un par de mentadas de madre, dijimos "bueno, vamos a preguntarle al poli de la entrada". Este chango (bueno, persona) nos dice "vayan a la entrada de las flores, todo a al derecha, y ahí toman una micro". Llegamos a la entrada de las flores (despues de ver pasar otros dos trenecitos llenos de gente) y le preguntamos al policia de ahí. "No pues tomen la micro que se va por constituyentes y los deja ahí". ¿Tomamos la micro? ¡No! Nos fuimos caminando por la orilla del bosque, con el estupido calor de las 2 de la tarde. No habíamos comido nada, no traíamos agua y traiamos las mochilas. Seguimos caminando y el Sesshomaru dice "oye, esto me parece conocido". Miré a mi alrededor y dije "si, ¿verdad?". Entonces Hell Wish dice algo como "idiotas, esa es la entrada por la que llegamos, ahí está el metro constituyentes" ¡Y era cierto! ¡Estabamos sobre Av. Constituyentes y ya habíamos regresado al metro donde empezamos! Ahí nos detuvimos a comer algo, mas mentadas de madre, y en la entrada del metro le preguntamos a una ñora por el panteón. Nos dijo "aquí arriba sigan derecho, ahí pasan las micros". Subimos, avanzamos por Constituyentes en dirección contraria del bosque de Chapultepec y ahí estaba por fin el maldito museo del niño. ¡Estaba a una cuadra del metro Constituyentes, y nosotros llevabamos como tres horas y cacho perdidos en el bosque!
Se nos hizo eterna la caminata hacia el panteón, porque esa avenida está en subida y nosotros ya estabamos cansados. Hell Wish se empezó a quejar desde las 12:30 y ya eran casi las 3. Seguimos avanzando y la verdad por poco nos regresamos. Nos sentamos en una parada de autobuses y vimos como pasaban unas combis y micros con el letrero "Panteón de Dolores". Estabamos hartos, entonces, lo dejamos a la suerte. Saqué una moneda de cinco pesos. Águila seguiamos, sol regresábamos. Águila. La moneda disparó mi segundo aire. La suerte estaba de nuestro lado (por así decirlo) y pues a luchar hasta llegar al panteón. ¡Y llegamos! Todos madreados, sudados, cansados, sedientos, acalorados y con cara de "no vuelvo a seguir consejos de este pendejo", pero habíamos llegado. Nos recibió la tumba de Plutarco Elías Calles que, aunque no está en la Rotonda, está en el mismo cementerio. Caminamos por la calzada y de pronto...todo valió la pena.
Llegamos a un circulo formado por monumentos. Al centro, estaba un fuego encendido (que tengo entendido que se llama "el fuego eterno de la sabiduría") y por alguna razón todo estaba en silencio. De alguna forma, el sonido del exterior pareció extinguirse. No se oían aves ni otra cosa aparte de nuestras voces. La verdad me costó trabajo romper ese silencio reverencial. Se sentía como hablar en voz alta en una iglesia vacía, solo que aquí no se hacía eco.
La primera impresión, sinceramente, me dejó perplejo. Y con razón. Ahí salió mi espíritu de historiador y acabó con el cansancio y con las dolencias. Estabamos ahí, nos costó trabajo, pero ahí estabamos. Había muchas tumbas. Estaban Sebastian Lerdo de Tejada, José María Pino Suarez, José María Luis Mora, Valentin Gómez Farías, Amado Nervo, Juventino Rosas, Jose María Iglesias, David A. Siqueiros, Diego Rivera, Rosario Castellanos, Jaime Torres Bodet...no, no, no, las tumbas de una gran cantidad de personajes.
Me impresionó la tumba de Lerdo de Tejada, con cuatro musas en marmol a los lados sosteniendo partes de la ley y un busto de él al centro con la constitución en sus piernas. La de Siqueiros, que era una figura con forma humana extendiendo la mano hacia abajo. La de Diego Rivera, con alcatraces a los lados de una figura que lo representaba en su lecho y con un pequeño mosaico de piedras en la cabecera que formaban a una mujer indígena. De verdad, es como un museo de tumbas. Las inscripciones, las formas, las expresiones de su pensamiento y de su tiempo. Algunas tenían motivos religiosos, otras tenían motivos patrióticos y la mayoría tenía motivos artísticos, representando los ideales de quienes ahora reposan en ese lugar. Para mi, fué armonioso. Ver en sus tumbas una expresión de lo que fueron, fué inspirador para mi. Ellos eran los formadores de la identidad mexicana. Y es por eso que tengo quejas. Las tumbas estaban mal cuidadas. Algunas carecían de placa. ¿Cómo puede ser eso? En otros paises, los cementerios de personas reconocidas por el estado tienen hasta guardia de honor. Aquí pues...no. Es triste.
Lo que mas admiro de las personas ahí enterradas, es que tuvieron ideas propias, que tuvieron iniciativa y que murieron con sus ideales vigentes. Vivieron con pasión. Eso es, así se resume. Eran apasionados. Lo que hicieron fué por convicción, fué por amor. Hoy, el mundo se mueve con dinero. Con dinero corrompes a cualquiera. Hoy nadie quiere saber nada que no se les retribuya con papel moneda. Eso me es molesto.
Muchas personas vivas que conozco no tienen fuego en el alma. Ese fuego que fluye dentro de uno mismo, que sale atravéz de pinceladas y palabras, de cantos y poemas, que nace del propio corazón, que le otorga potencia al espiritu, esa musa que te habla al oido y te da una razón para vivir, para querer existir, para ensalzar a la propia grandeza y para contemplar el mundo con ojos de dios. Yo veo ese fuego en los que en ese sitio yacen. A pesar de que hoy están muertos ese fuego permanece encendido. Y no hablo del "fuego eterno de la sabiduría", sino del fuego que se muestra en sus mismas tumbas. El fuego que los hizo ser reconocidos como grandes...el legado de su pensamiento.
martes, 13 de marzo de 2007
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